Cuando un paquete ha cumplido su propósito, tiene cuatro posibles destinos: vertedero/basura, compostaje, recuperación energética/incineración, o reciclaje. Si bien la declaración de reciclabilidad suele asociarse a las propiedades que hacen que un paquete sea sostenible, el reciclaje es solo una parte de un ecosistema complejo que depende de varios factores, como el área geográfica, el comportamiento de los consumidores, los procesos de recogida, los procesos de clasificación, el equipo y la rentabilidad.
Las declaraciones de reciclabilidad de los embalajes que no están probadas o son engañosas crean riesgos que van desde quejas de los usuarios y comentarios negativos en las redes sociales hasta sanciones y demandas colectivas por parte de las organizaciones gubernamentales. También pueden provocar el debilitamiento de la infraestructura de reciclaje, una circunstancia que para la economía circular global no se puede permitir.
Redactar una declaración de reciclabilidad correcta es más fácil de lo que piensa, pero hay que seguir unas reglas. Estos son algunos puntos que debe conocer:
Para que un material o una solución de embalaje se consideren 100 % reciclables, deben cumplir los tres criterios que mencionamos a continuación. Haga clic en cada sección para obtener más detalles.
Tanto si se recogen en los contenedores de la vía pública como si el consumidor los deposita en un punto verde, la recogida es el primer paso para el reciclaje. Los sistemas de reciclaje son muy diferentes en función de sus capacidades, que dependen de factores como: el equipo de clasificación disponible en la instalación de recuperación de material con la que se trabaja, cuánta mano de obra pueden emplear para recoger contenedores o clasificar a mano, e incluso el precio de mercado de las pacas de material recogido para compensar el coste de la clasificación.
La mayoría de los programas de reciclaje públicos informan de los tipos de materiales que aceptan en las disposiciones de los acuerdos con el cliente, en guías impresas o en sus sitios web. En función de diversos factores, estas reglas pueden cambiar puntualmente; se podrían levantar las restricciones de algunos artículos, pero si no se informa al consumidor, esos residuos terminarán en el vertedero.
No obstante, independientemente del tipo de material, es responsabilidad del consumidor comprobar las reglas aplicables al programa en el que participan, además de seguir las directrices de las etiquetas estandarizadas, como How2Recycle(H2R) de los EE. UU., On-Pack Recycling Labels (OPRL) del Reino Unido oAustralasian Recycling Labels (ARL) de Australia y Nueva Zelanda.
Aunque hasta cierto punto comparten similitudes, las etiquetas y las reglas también varían en cada país y no siempre es fácil entenderlas. Esto supone pedir mucho a los consumidores, y es una de las principales razones por las que se depositan envases en los contenedores sin tener claro si pueden o no reciclarse, con la esperanza de que sea lo primero.
Ahora que la mayoría de los programas de reciclaje públicos ofrece canales de reciclaje mixto para depositar papel, vidrio, metales y plásticos en un contenedor, las MRF deben desempeñar la labor fundamental de clasificar todo el material antes de que los objetos puedan pasar al proceso de reciclaje real.
Como el volumen de residuos puede ser elevado y el tiempo de clasificación muy corto, la mayoría de las MRF modernas automatizan el proceso de clasificación al máximo con cribas y cintas transportadoras de alta velocidad, clasificadores ópticos y robots.
Aunque todo esto es muy positivo para los envases fabricados con papel, metales o vidrio, la “necesidad de rapidez” supone una dificultad para el plástico. Los plásticos que a menudo tienen idéntico aspecto y peso pueden estar fabricados de forma totalmente distinta, por lo que su reacción durante las distintas fases del proceso de clasificación también será diferente.
Para simplificar el proceso y proteger la integridad de sus ciclos de reciclaje, la mayoría de las MRF limitan los tipos de plástico que aceptan, y solo con la mejora de la infraestructura de reciclaje se podrán cambiar estas limitaciones.
El reciclaje es el proceso mediante el que los materiales vuelven a convertirse en un tipo de material útil y comercializable. Aunque puede haber muchas formas de realizar esta tarea, dos son las más relevantes para el envasado: reciclaje mecánico y reciclaje químico.
El reciclaje mecánico se refiere a las operaciones que usan procesos de triturado, lavado, separación, secado, granulación y composición como medios para crear materiales reciclados. En el caso de los plásticos, si bien el reciclaje mecánico conserva la estructura molecular, hay casos en los que el material reciclado no posee las mismas propiedades funcionales que el original.
El resultado es un infrarreciclaje o la necesidad de usar el material reciclado en una aplicación diferente o de un valor más bajo. Entre los ejemplos de infrarreciclaje, tenemos botellas de agua fabricadas con PET que se reciclan en pellets usados para fabricar moquetas o fibras de lana sintéticas; papel de fotocopia o impresora usado que se recicla en cartón corrugado, o contenedores de vidrio que se reciclan en aislantes de fibra de vidrio o se usan como aditivos en hormigón o baldosas de cerámica.
Respecto a los plásticos, el máximo volumen de materiales de envase reciclados mecánicamente son formatos estándar como botellas de PET para agua y refrescos, y jarras de PAD para la leche y los zumos. Aparte de estas aplicaciones, no existe ninguna norma aplicable al tipo de resina que se puede usar, por lo que es más difícil para las empresas de reciclaje identificar y separar los plásticos para no contaminar los ciclos de reciclaje.
Mantener la integridad y calidad de los ciclos de reciclaje es fundamental para la comercialización y, por extensión, la rentabilidad. Sin demanda de mercado, márgenes razonables ni precios asequibles para los materiales reciclados y las aplicaciones que los usan, todo el sistema de reciclaje fallará.
Los programas de reciclaje de los ayuntamientos tal y como los conocemos hoy en día, que ya comenzaron en la década de 1960, no se expandieron realmente hasta la década de 1990. Durante ese mismo periodo, los envases de plástico también cambiaron drásticamente, pasando de los plásticos rígidos más fáciles de identificar y reciclar como el PET(E) y el HDPE a incluir una amplia gama de plásticos de alto rendimiento como los film flexibles de LDPE, PVC, PP o PS.
En 1988, cuando los programas de reciclaje públicos empezaron a ganar importancia, la Plastics Industry Association (que, por aquel entonces, se denominaba Society of the Plastics Industry) desarrolló códigos de identificación de las resinas (RIC, por sus siglas en inglés e ilustrados en el anterior gráfico) para “ofrecer un sistema nacional coherente para facilitar el reciclaje de plásticos posconsumo”.
Cuando se empezaron a usar por primera vez, los símbolos RIC incluían el símbolo de reciclaje reconocido a nivel internacional, las llamadas “flechas en círculo”, con el número de identificación del tipo de resina. Aunque con estas flechas solo se pretendía facilitar el proceso de clasificación previo al reciclaje, el público general malinterpretó los símbolos y empezó a asociarlos directamente con la reciclabilidad del producto que los contenía.
Actualmente, el organismo de estandarización ASTM International mantiene un registro actualizado de los estándares gráficos para los códigos RIC. Si bien en 2013 este organismo sustituyó las flechas por un triángulo, el cumplimiento de estos estándares es voluntario y el uso de las flechas prevalece. Para los envases en particular, mantenerse al día de los cambios en los estándares de cumplimiento voluntario puede resultar difícil, ya que la sustitución de un troquel o un molde de inyección en ocasiones depende de los costes prohibitivos de un cambio tan pequeño.
Ya que los códigos RIC nunca se desarrollaron pensando en los consumidores ni los propietarios de las marcas, especificar la reciclabilidad solo en función del RIC no es suficiente. Ante la cuestión medioambiental actual, independientemente del tipo de material, es responsabilidad de los consumidores consultar las reglas aplicables al programa en el que participan.
Es por eso que recomendamos el uso de etiquetas estandarizadas como How2Recycle(H2R) en los Estados Unidos, On-Pack Recycling Labels (OPRL) en el Reino Unido o Australasian Recycling Labels (ARL) en Australia y Nueva Zelanda.
Por eso, también hemos decidido que cuando se trata de reciclar envases de plástico, la indicación correcta que hay que ofrecer a los clientes es siempre “consultar las normas locales”.
Durante más de veinte años, hasta 2018, China aceptó casi la mitad de los residuos reciclables del mundo, incluido el 95 % de los plásticos recogidos en la UE y el 70 % de los Estados Unidos. Pero cuando los problemas d calidad y la contaminación de sus materiales reciclados ocasionaron una bajada importante del valor de mercado, China implantó la iniciativa “Espada nacional”, una política que prohibía la importación de la mayoría de plásticos y otros materiales destinados a sus procesadores de reciclaje.
Antes de 2018, cuando el uso y el desarrollo de los envases de plástico flexible se dispararon, los gobiernos apenas veían la necesidad de construir sus propias infraestructuras para reciclar este material. Al mismo tiempo, la mayoría de los consumidores desconocían por completo que los materiales que depositaban en los contenedores acabarían en los océanos.
La buena noticia es que los países que antes tenían que exportar materiales reciclables a China ya están invirtiendo y mejorando sus propias infraestructuras. Por ejemplo:
Aunque todas estas tecnologías están aún en fase de desarrollo, forman parte de cómo Sealed Air y los sectores a los que servimos estamos colaborando para crear más y mejores soluciones de reciclaje.
Definimos la reciclabilidad como la probabilidad de que un material se recoja, recicle y convierta en un producto nuevo con viabilidad comercial. Debido al estado actual del ecosistema de reciclaje a nivel mundial, esta tarea no es tan sencilla como debería.
Somos conscientes de que el clima político, las ONG o los comentarios en redes sociales suelen urgir a un cambio en el sector, pero Sealed Air no se precipitará para poner en riesgo los progresos logrados.
Novedad en Europa y el Reino Unido: Material en bobina retráctil y bolsas retráctiles preparados para reciclar de la marca CRYOVAC®
El término “reciclable” tiene criterios asociados que aplicamos para garantizar la pureza, la calidad y el valor de mercado de nuestros ciclos de reciclaje. Aunque continuamos desarrollando y lanzando productos nuevos teniendo en cuenta la reciclabilidad, somos conscientes de que la infraestructura podría no estar lista para admitir aún estas innovaciones. Por eso, los lanzamos al mercado como “preparado para reciclar”.
En cuanto estos materiales cumplan todos los requisitos para etiquetarse como 100 % reciclables, actualizaremos la declaración.